No ano 2002, o litoral galego recibía toneladas de chapapote producido pola inoperancia do Goberno Autonómico e Estatal polo afundimento do Prestige. Para atraer aos turistas e mostrarlles que Galicia era algo máis que chapapote, o goberno autonómico da época, ideou unha campaña turística denominada “Galicia Viva”.
Até aquí nada estaría fóra do normal, salvo porque nesa campaña, Galicia sentiu celos de Australia.
O anuncio de Galicia “Viva” de 2003 feito para mitigar o efecto nefasto do Prestige incluía no apartado de grandes lonas para fachadas de Madrid e Barcelona, así como en anuncios a toda páxina e en cor en xornais de tirada nacional, unha paisaxe boscoso fotografado ese mesmo ano.
O problema é que se trataba dun eucaliptal (Eucalyptus globulus), que é o monocultivo dunha planta invasora introducida durante o Franquismo co apoio das celulosas e que afecta gravemente aos ecosistemas galegos.
A principios de agosto, en lo más crudo de los incendios en Galicia, un vecino llamaba a una radio para denunciar lo que a su entender era una de las claves de la catástrofe: «Han sembrado los montes de árboles de dinero rápido y lumbre fácil». ¿Qué quería decir con esto?
Pues lo que muchos critican en Galicia y en el resto del España: que gran parte del territorio no está tapizado de bosques auténticos, sino de apretadas plantaciones de especies comerciales con poca biodiversidad y propensas a los fuegos. Más del 70% de la superficie forestal gallega está poblada por el eucalipto azul australiano (‘Eucaliptus globulus’) y pinos como el de Monterrey (‘Pinus radiata’), originario de California y usado en todo el mundo por su rápido crecimiento.
Galicia fue pionera en el siglo XIX en la entrada del eucalipto en España. Pero aquellas primeras siembras fueron casi una anécdota. El gran proceso de ‘australinización’ gallega se aceleró a partir de los años 40 y 50, cuando el Gobierno de Franco buscó nuevos rendimientos para un medio rural que se despoblaba. A las plantaciones en Extremadura, Huelva, Asturias y Galicia siguió la creación de fábricas de celulosa, pues la pasta de papel es el mejor destino para el eucalipto. La papelera de Ence se inauguró en Pontevedra en 1957 y hoy es el primer productor europeo y el segundo mundial de celulosa de eucalipto.
A resposta contra a cagada, non se fixo esperar, con decenas de chamadas e artigos en periódcios para protestar por mostrar esta paisaxe “tan natural” dunha especie invasora e que está a acabar coa paisaxe tradicional de Galicia de Carballos (Quercus robur) e Castiñeiros (Castanea sativa).
«Galicia viva»: canguros vivos
EN LAS ÚLTIMAS semanas, diferentes medios de comunicación dan cabida en sus páginas a una campaña de publicidad institucional que trata de promocionar el turismo rural en Galicia bajo el lema «Galicia viva, sensaciones vivas». Una de las fotografías más difundidas llama especialmente la atención por que muestra una casa -presumiblemente de turismo rural- en el medio de un mar de color verde. Si uno se detiene unos segundos sobre la fotografía ve con estupor que se trata de una plantación de eucaliptos. Desde luego, la campaña produce sensaciones , pero de espanto.
Vamos a ver, ¿alguien se puede imaginar una campaña de promoción de nuestra tierra mostrando una granja de avestruces o de nuestra gastronomía mostrando un plato de canguro? No. Pues eso es ni más menos lo que nos muestra esa foto, un cultivo de una especie australiana utilizada para fines industriales. Evidentemente se puede argumentar que la foto muestra la realidad, pero yo no he visto campañas que traten de promocionar el turismo mostrando los barrios más abandonados de nuestras ciudades ni, dicho sea de paso, los efectos del chapapote en nuestras costas por impresionantes que pudieran ser las imagenes. La pregunta es evidente: ¿por qué esa foto? ¿por qué no muestras de nuestros bosques autóctonos, de la fraga del Eume, de los Ancares, del Courel, en donde por cierto también hay alojamientos de turismo rural?
La respuesta es clara. Bajo esta anécdota, aparentemente sin importancia, hay una cuestión de fondo que sin darse cuenta nos muestran los responsables de la campaña, que es la nula consideración que para ciertos sectores del país tiene nuestro patrimonio biológico. Eso sí lo refleja la fotografía; es una cuestión de cultura y de sensibilidad, y lamentablemente esto no es tan común. Vivimos en una latitud que posibilita que nuestros bosques estén dominados por robles, abedules, etcétera, árboles de hoja caduca que conforman un paisaje con mil caras a lo largo del año. Las formas, los colores, los paisajes cambian; disfrutamos con las estaciones y exigimos que esa sea la seña de identidad de nuestra tierra y no un paisaje estático del que sólo el fotógrafo podría decir en que estación del año se hizo la foto. ¿Tan difícil es entenderlo?
Termino ya. En los últimos días me han llamado varios compañeros sorprendidos por la citada fotografía, que al parecer es motivo de comentarios jocosos en distintos centros de investigación de nuestro país; también me consta que sirve de ejemplo negativo en algunas aulas universitarias. Me he comprometido, y cumplo con estas líneas, a solicitar públicamente que la foto se complete con la presencia de un hermoso canguro vivo que sin duda atraerá más el turimo. Así esa estampa gallega quedaría completa.
Javier Guitián, Coordinador del Departamento de Botánica de la USC